Es una historia sobre la amistad, el amor, la música pero sobre todo sobre el silencio. Es narrada por dos actores que además son músicos y ejecutan canciones propias con diversos instrumentos en escena. Estos van desde guitarra, flauta traversa y melódica hasta instrumentos de construcción artesanal. La relación que se establece entre los dos personajes y medio barrial deviene en situaciones en que el humor y la ternura funcionan como ejes de narración. Propone al espectador un recorrido por los recuerdos comunes y cotidianos poetizándolos a través de la actuación y la música. Llega a Fitza a través del Programa Cruce de Fronteras.